5 señales que debo tener en cuenta para saber si mi estado digestivo funciona correctamente 

El sistema digestivo es una parte esencial de nuestro cuerpo, ya que es responsable de descomponer los alimentos que ingerimos y absorber los nutrientes necesarios para mantener la salud en condiciones óptimas.  

Sin embargo, a menudo ignoramos las señales que nos indican si nuestro estado digestivo está funcionando correctamente. A continuación, se presentan cinco señales que debe tener en cuenta para saber si su estado digestivo funciona correctamente.  

  1. Malestar estomacal. Si sientes frecuentemente síntomas como gases, hinchazón, diarrea, estreñimiento y/o dolor abdominal, estos pueden ser signos de que hay un desequilibrio en los intestinos. El buen equilibrio de la microbiota es esencial para mantener el buen estado digestivo y no desarrollar patologías o desórdenes. Una revisión publicada el 2018 en la revista F1000 Research [1] sugirió que los desequilibrios en las bacterias intestinales, llamados disbiosis, pueden desempeñar un papel en el desarrollo del Síndrome del Intestino Irritable para algunas personas. 
  2. Problemas de estado de ánimo. Existe un vínculo bien documentado entre el intestino y el cerebro, y la influencia del intestino también puede extenderse al estado de ánimo percibido. Las alteraciones intestinales y la inflamación en el sistema nervioso central (SNC) pueden ser causas potenciales de ansiedad y depresión [2]. 
  3. Intolerancias o alergias. Cuando hay algún tipo de inflamación o permeabilidad intestinal excesiva, se abre una ventana de oportunidades para que moléculas dañinas o microorganismos patógenos, entren en el torrente sanguíneo libremente. Por ejemplo, moléculas más grandes, como ciertas proteínas, pueden generar una reacción descompensada al traspasar la barrera intestinal y generar sintomatología, pudiendo desarrollar intolerancias o alergias [3]. 
  4. Antojos por el dulce. Comer demasiado azúcar puede generar un efecto negativo en la composición de la microbiota y aumentar el número de bacterias «malas» en el intestino, por lo que se produce una disbiosis. Esta disbiosis puede generar un círculo vicioso, al ser las propias bacterias que van a demandar más azúcar para poder sobrevivir [4, 5]. 
  5. Aumento de peso repentino. Una dieta de estilo occidental alta en grasas de mala calidad y abundancia de procesados y carbohidratos refinados puede promover bacterias intestinales que están relacionadas con la obesidad [6]. 

Todos estos signos y síntomas no deben pasarse por alto y requieren de una solución, encontrando la causa de los desequilibrios e introduciendo cambios en el estilo de vida y hábitos alimentarios. 

Si te preocupa el estado de tu salud y quieres obtener más información sobre cómo mejorar tu sistema digestivo, puedes visitar nuestro blog en www.exheus.com/blog. Allí encontrarás recursos útiles y herramientas para llevar una vida más saludable.

Recuerda que cuidar de tu sistema digestivo es fundamental para mantener un buen estado del organismo, y empezar a hacerlo con Exheus es muy fácil.

[1] Menees, S., & Chey, W. (2018). The gut microbiome and irritable bowel syndrome. F1000Research, 7, F1000 Faculty Rev-1029.  

[2] Lach, G., Schellekens, H., Dinan, T. G., & Cryan, J. F. (2018). Anxiety, Depression, and the Microbiome: A Role for Gut Peptides. Neurotherapeutics : the journal of the American Society for Experimental NeuroTherapeutics, 15(1), 36–59.  

[3]. Pascal, M., Perez-Gordo, M., Caballero, T., Escribese, M. M., Lopez Longo, M. N., Luengo, O., Manso, L., Matheu, V., Seoane, E., Zamorano, M., Labrador, M., & Mayorga, C. (2018). Microbiome and Allergic Diseases. Frontiers in immunology, 9, 1584.  

[4]. Satokari R. (2020). High Intake of Sugar and the Balance between Pro- and Anti-Inflammatory Gut Bacteria. Nutrients, 12(5), 1348.  

[5]. Alcock, J., Maley, C. C., & Aktipis, C. A. (2014). Is eating behavior manipulated by the gastrointestinal microbiota? Evolutionary pressures and potential mechanisms. BioEssays : news and reviews in molecular, cellular and developmental biology, 36(10), 940–949.  

[6]. Davis, C. (2016). The Gut Microbiome and Its Role in Obesity. Nutrition Today, 51 (4), 167-174.  

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El porqué de este blog

Hola, soy el Dr. José Manuel Soria, Director de la Unidad de Genómica de Enfermedades Complejas en el Institut de Recerca Sant Pau de Barcelona, además de ser el CSO y cofundador de Exheus.

Me apasiona la investigación biomédica en el campo de la genética humana y las enfermedades complejas, y me especializo en la Medicina Personalizada y adquisición de datos ómicos.

Con más de 20 años de experiencia en la investigación biomédica, he publicado un total de 142 artículos científicos con 3740 citaciones y un índice H de 34. He liderado 27 proyectos nacionales y 7 proyectos internacionales, así como dirigido varias tesis doctorales. Además, cuento con 6 patentes en mi carrera.

Entre mis proyectos de investigación, destacan:

  • Proyecto GAIT: Análisis genético de la Trombofilia idiopática. 
  • Proyecto RETROVE: Riesgo de Enfermedad Tromboembólica Venosa. 
  • Proyecto ONCOTHROMB: Nuevos marcadores relacionados con Trombosis y Cáncer. 
  • Proyectos AIRTOP y MIRTO: Evaluación del riesgo individual de Trombosis en pacientes oncológicos.

Mi compromiso con la investigación biomédica sigue siendo una de mis principales motivaciones, y en este blog me gustaría poder compartir mi conocimiento en este campo para avanzar en la mejora de salud y calidad de vida de las personas.

Ahora bien, empecemos.

El porqué de este blog:

La primera entrada la quiero dedicar a poner encima de la mesa los principios y valores que queremos transmitir, así como qué contenido y temáticas iremos tratando, sin cerrar la puerta a ningún tema científico que pueda surgir en el futuro.

Nuestro objetivo es divulgar contenidos científicos basados en información veraz, con evidencias científicas claras y constatables, a partir de unos principios de rigurosidad y transparencia.
Nos proponemos fomentar la cultura científica y el espíritu crítico, que nos ayude a entender lo que está sucediendo a nuestro alrededor en el ámbito de la Salud. 

Y llegados a este punto, es el momento de introducir el término salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Sobre este enfoque global de la Salud vamos a desarrollar los temas que iremos desglosando en este Blog. 
Empecemos centrándonos en el propio concepto de Salud.

Tener un buen estado de salud depende de diversos factores:

Existen componentes genéticos o hereditarios, que no son modificables, y factores o situaciones ambientales que inciden en la salud y bienestar, que se pueden prevenir y por tanto modificar.

La integración de todos estos factores (genéticos y ambientales) abre grandes posibilidades para mejorar el diagnóstico, la prevención y el tratamiento de las enfermedades de forma individualizada, dicho de otra manera, para recuperar la salud. Pero poder conocer los factores o situaciones ambientales que nos mantienen sanos, también nos abre la puerta a que no enfermemos, manteniendo ese estado de completo bienestar físico, mental al que se refiere la OMS.

En este sentido, la medicina que practicamos está pasando progresivamente de ser una medicina reactiva, basada en la enfermedad, a una medicina personalizada, predictiva y preventiva centrada en la salud del individuo, lo que conocemos como Medicina Personalizada [1].  

En todos los avances de la Medicina Personalizada, las llamadas ciencias ómicas (Genómica, Transcriptómica, Epigenómica) juegan un papel fundamental generando una cantidad enorme de datos individualizados [2]. Estos datos son esenciales, no solo en volumen sino en calidad, y su manejo (procesado, análisis y almacenamiento) de forma estandarizada es fundamental para la implementación de la Medicina Personalizada.

Conscientes de estas necesidades, en los últimos años, países como EEUU, Japón, Inglaterra, Francia, Finlandia, Alemania y España, entre otros, están implantando estrategias y planes de medicina personalizada de precisión o medicina genómica. En paralelo a estas estrategias, también es importante abordar el debate sobre la regulación, por parte de entidades gubernamentales y médicas, que la implantación clínica de la Medicina Personalizada está generando, incluido el uso de nuevas normas éticas [3,4]. 
En otras palabras, estamos ante un cambio de paradigma en ciencia y medicina.

La integración de información clínica y molecular (datos ómicos) para entender las bases biológicas no solo de cada enfermedad para tratarla de forma individual, si no, lo que puede ser más revolucionario, de porqué nos mantenemos sanos.
Por tanto, nos encontramos ante un cambio transcendental que cambiará nuestra forma de actuar.

Tan importante como recuperar la salud es mantenerla.
Winston Churchill, Primer Ministro inglés durante la II Guerra Mundial, definió, a mediados del siglo XX, la salud “como un estado transitorio, que además no augura nada bueno”.

Nuestro objetivo es que ese estado transitorio (la salud) sea lo más largo posible y desde este blog queremos divulgar toda la Ciencia que lo está haciendo posible.  

Bibiografia :

[1] Hays P. Personalized medicine: paradigm shift or revolution Genet Med. 2019 Jul;21(7):1662. 

[2] Karczewski KJ, Snyder MP. Integrative omics for health and disease Nat Rev Genet. 2018 May;19(5):299-310. 

[3] Anke Erdmann, Christoph Rehmann-Sutter, Claudia Bozzaro. Patients’ and professionals’ views related to ethical issues in precision medicine: a mixed research synthesis BMC Med Ethics. 2021 Aug 31;22(1):116. 

[4] Nicola Flaum, Peter Hall, Christopher McCabe. Balancing the Economics and Ethics of Personalised Oncology. Trends Cancer. 2018 Sep;4(9):608-615. 

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Cómo el omega 3 apoya el sistema inmune

En este punto, ya todos sabemos que una dieta sana y equilibrada es esencial para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, incluido el sistema inmunitario. Además, es bien conocido que algunos componentes dietéticos tienen propiedades inmunorreguladoras, entre ellos micronutrientes como la vitamina D o macronutrientes como los ácidos grasos, con especial atención el EPA y el DHA [1]. 

¿Has escuchado alguna vez hablar acerca de la importancia del omega 3? 

Si es así, seguramente tengas en mente su función como protector cardiovascular o regulador de los niveles de colesterol, aunque en este post os vamos a explicar por qué el omega 3 también es esencial para el buen funcionamiento del sistema inmune y la regulación de la inflamación. 

Esta familia de ácidos grasos poliinsaturados tiene un papel clave sobre la activación de células tanto del sistema inmunitario innato como del adaptativo.  

En primer lugar, los ácidos grasos omega-3 pueden regular las propiedades de la membrana de las células, como la fluidez, ya que forman parte de su estructura.  

Ahora bien, en los últimos años ha surgido una nueva función de los ácidos grasos omega-3 y sus derivados como potentes moléculas señalizadoras.  

Hay células del sistema inmune muy importantes, como los macrófagos, los cuales tienen receptores -llamados receptores PPAR– los cuales responden a las grasas omega-3, especialmente EPA y DHA. Así, por ejemplo, estos ácidos grasos van a influir directamente en el tipo de respuesta llevada a cabo por estos macrófagos (grandes moduladores de la inflamación). También inciden en la modulación de los linfocitos T, células dendríticas o en el tejido epitelial y endotelial, frenando o modulando la respuesta inflamatoria. 

Omega 3, inflamación y sistema inmune 

Aunque la inflamación es una parte clave de la respuesta inmunitaria, la inflamación crónica y continua puede afectar negativamente a la salud. En el organismo, la inflamación se produce en dos fases: inicio y resolución. La resolución es importante para ayudar a prevenir nuevas infecciones y en este fase es justamente donde intervienen los omega 3. Investigaciones recientes demuestran que el EPA y el DHA producen mediadores pro-resolución especializados (SPM), tales como las resolvinas

Las pruebas que apoyan las propiedades antiinflamatorias de los ácidos grasos omega-3 sobre los macrófagos, principalmente la disminución de la secreción de algunas interleucinas como IL-1β, TNF-α e IL-6, sugieren que los ácidos grasos omega-3 disminuyen la polarización M1 (perfil proinflamatorio) y promueven la polarización M2 (perfil antiinflamatorio). [2,3].  

Algunos estudios publicados, tales como “Nutritional Modulation of Immune Function: Analysis of Evidence, Mechanisms, and Clinical Relevance” [4] y “Post-stroke DHA Treatment Protects Against Acute Ischemic Brain Injury by Skewing Macrophage Polarity Toward the M2 Phenotype” [5] revelan como el omega 3 se emplea con éxito para reducir las lesiones cerebrales tras un ictus y aliviar la dermatitis atópica, respectivamente. 

¿Dónde puedo encontrar omega 3 en los alimentos? 

El ácido α-linolénico (ALA) también es un tipo de omega 3, y lo podemos encontrar en frutos secos y semillas. Sin embargo, el EPA y el DHA son exclusivos de fuentes animales, especialmente del pescado, lo que supone un punto de inflexión para las personas vegetarianas o veganas. 

El EPA y el DHA también pueden sintetizarse a partir del ALA [6], aunque la síntesis de EPA a partir de ALA se produce a una tasa muy baja en mamíferos, y la síntesis de DHA no resulta posible.  

De aquí que puedan surgir conceptos erróneos acerca de cómo los vegetarianos estrictos pueden obtener omega 3 a partir de las semillas de lino, por ejemplo. Si bien se podría llegar a hacer la conversión a EPA, la conversión a DHA no sería posible. 

Con el test Exheus, podemos valorar de forma holística y personalizada tu caso, así como incidir en pautas alimentarias para promover un buen estado de tu sistema inmune y cardiovascular. 

Puedes acceder a nuestro inicio en la página web, y encontrar más información

Bibliografía  

[1]. Wu D., Lewis E.D., Pae M., Meydani S.N. Nutritional Modulation of Immune Function: Analysis of Evidence, Mechanisms, and Clinical Relevance. Front. Immunol. 2018;9:3160.  

[2]. Chang H.Y., Lee H.N., Kim W., Surh Y.J. Docosahexaenoic acid induces M2 macrophage polarization through peroxisome proliferator-activated receptor gamma activation. Life Sci. 2015;120:39–47. 

[3]. Yan Y., Jiang W., Spinetti T., Tardivel A., Castillo R., Bourquin C., Guarda G., Tian Z., Tschopp J., Zhou R. Omega-3 fatty acids prevent inflammation and metabolic disorder through inhibition of NLRP3 inflammasome activation. Immunity. 2013;38:1154–1163. 

[4]. Cai W., Liu S.X., Hu M.Y., Sun X.B., Qiu W., Zheng X.M., Hu X.M., Lu Z.Q. Post-stroke DHA Treatment Protects Against Acute Ischemic Brain Injury by Skewing Macrophage Polarity Toward the M2 Phenotype. Transl. Stroke Res. 2018;9:669–680.  

[5]. Haitz K.A., Anandasabapathy N. Docosahexaenoic Acid alleviates atopic dermatitis in mice by generating T regulatory cells and m2 macrophages. J. Invest. Dermatol. 2015;135:1472–1474.  

[6]. Calder P.C. Docosahexaenoic Acid. Ann. Nutr. Metab. 2016;69:7–21.  

[7]. Serhan, C. Pro-resolving lipid mediators are leads for resolution physiology. Nature 510, 92–101 (2014). 

[8]. Gutiérrez, S., Svahn, S. L., & Johansson, M. E. (2019). Effects of Omega-3 Fatty Acids on Immune Cells. International journal of molecular sciences, 20(20), 5028.  

[9]. Calder P. C. (2007). Immunomodulation by omega-3 fatty acids. Prostaglandins, leukotrienes, and essential fatty acids, 77(5-6), 327–335.  

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La importancia de respetar los ciclos circadianos

El ser humano funciona según unos ritmos circadianos que se repiten cada 24 horas y son impulsados por un reloj biológico interno que regula el metabolismo y modifica nuestro comportamiento en función de las horas de luz y de oscuridad (el ciclo circadiano es lo que nos hace estar activos de día y dormir de noche). 

¿Sabías que respetar los ritmos circadianos te ayuda a ganar salud? 

Todos nosotros tenemos acciones en común que llevamos a cabo sin darnos cuenta, como, por ejemplo, desayunar por la mañana porque tenemos hambre o dormir por la noche porque tenemos sueño. Puede parecer elemental, pero estas y muchas más conductas vienen dadas, en parte, por los ritmos circadianos.  

Algunos otros ejemplos:  

  • La temperatura de nuestro cuerpo durante la noche, antes de acostarnos, es mínima para poder favorecer el sueño. 
  • El cortisol es necesario para la regulación de nuestro organismo y en situaciones de estrés se ve incrementado. A primera hora de la mañana al despertarnos también se eleva para mantenernos despiertos y en alerta. Además, es una hormona hiperglucemiante y hace que en las primeras horas de la mañana tengamos glucosa suficiente para tener energía. 
  • La hormona del crecimiento se secreta en mayor cantidad en las primeras horas de la noche. 
  • La melatonina se asocia a mantener y favorecer los horarios del sueño, ya que se sintetiza durante la noche. 
  • La leptina es la hormona de la saciedad y se secreta más cantidad durante la noche para así tener la sensación de estar saciados y no despertarnos a medianoche para comer. 

Todas estas funciones son ejemplos de cómo debería funcionar el organismo de forma normal durante un ciclo de 24h en los que se promueven ciertas acciones para inducir a un estado de salud óptimo.  

Pues bien, estas respuestas fisiológicas que tiene nuestro organismo vienen dadas, en parte, por los genes reloj y los ritmos circadianos

Todos tenemos un sistema circadiario que genera la ritmicidad, regula el patrón de sueño y la conducta alimentaria. Aun así, todos estos patrones se pueden modificar a través de nuestros hábitos de vida, tales como el horario de sueño, la comida y el deporte. 

Desajuste circadiario 

Cuando no cuidamos nuestro entorno y empezamos a cronificar ciertas conductas como dormir poco, alimentarnos de manera poco saludable (grasas transgénicas, aceites refinados, procesados, azúcares, etc.), comemos en horario de noche, etc., se va a generar un ambiente favorable para dar lugar a problemas de salud y patrones alterados. 

Resistencia a la insulina y a la leptina, sobrepeso y/o obesidad, alteraciones en el hígado, dislipidemias, alteraciones en la ingesta, hipertensión y procesos inflamatorios son algunos de los ejemplos más claros. 

Ritmos circadianos en el sistema digestivo 

El principal reloj circadiario se genera a nivel cerebral, pero no es el único. Todas las células de nuestro cuerpo tienen su propio reloj interno. 

Muchas reacciones biológicas que tienen que ver con la digestión se regulan y se alteran según el momento del día y el tipo de alimentación

  • El vaciamiento gástrico y el tránsito intestinal son más rápidos por la mañana.  
  • Existen diferencias hormonales en el tracto intestinal; la leptina se eleva durante la noche para mantenernos saciados y la adiponectina se eleva por la mañana para abrir el apetito.  
  • Por la noche se toleran peor los azúcares debido a la menor cantidad de adiponectina y se acumulan más grasas en sangre.  
  • La variación de ácido clorhídrico gástrico varía a lo largo del día, por lo que la predisposición a tolerar mejor o peor una comida vendrá dada, en parte, según la hora de la ingesta. Por ejemplo, hay mayor acidez al final de la tarde-noche. 

En este ensayo clínico cruzado aleatorizado sobre los efectos metabólicos de la cena tardía “Metabolic Effects of Late Dinner in Healthy Volunteers-A Randomized Crossover Clinical Trial” [1] y en este estudio publicado por Lopez-Minguez, J., Gómez-Abellán, P., & Garaulet, M. [2] se ha visto que cenar tarde se relaciona con alteraciones en el metabolismo y la homeostasis de la glucosa, además de conllevar alteraciones en los ritmos circadianos.  

Actividad física  

La actividad física juega un papel fundamental en la regulación de los ciclos circadianos. Genera un reseteo en la expresión de los genes circadianos. En las personas que trabajan de noche o de turnos es importante que realicen ejercicio físico para permitir resetear estos biorritmos y poder modular los efectos negativos de llevar unos horarios contrarios a los fisiológicos (comer de día y dormir de noche). 

Los ritmos circadianos son clave también a nivel de regulación del sistema inmune ya que una mala gestión de los ritmos circadianos induce a una mala gestión del butirato por parte de microbiota. El butirato es un ácido graso de cadena corta clave para que haya una buena inmunorregulación, tal y como se muestra en este estudio “The Immunomodulatory Functions of Butyrate” [3] en el que se describe el papel que tiene el Butirato en la modulación de las bacterias intestinales sobre la inmunidad local y sistémica. 

Visita nuestro blog donde tratamos temas de salud, bienestar, nutrición y deporte para encontrar más información.

[1] Gu, C., Brereton, N., Schweitzer, A., Cotter, M., Duan, D., Børsheim, E., Wolfe, R. R., Pham, L. V., Polotsky, V. Y., & Jun, J. C. (2020). Metabolic Effects of Late Dinner in Healthy Volunteers-A Randomized Crossover Clinical Trial. The Journal of clinical endocrinology and metabolism, 105(8), 2789–2802.  

[2] Lopez-Minguez, J., Gómez-Abellán, P., & Garaulet, M. (2019). Timing of Breakfast, Lunch, and Dinner. Effects on Obesity and Metabolic Risk. Nutrients, 11(11), 2624.  

[3] Siddiqui, M. T., & Cresci, G. A. M. (2021). The Immunomodulatory Functions of Butyrate. Journal of inflammation research, 14, 6025–6041.   

[4] Yip, W., Hughes, M. R., Li, Y., Cait, A., Hirst, M., Mohn, W. W., & McNagny, K. M. (2021). Butyrate Shapes Immune Cell Fate and Function in Allergic Asthma. Frontiers in immunology, 12, 628453.  

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¿Cómo el ejercicio puede modular el sistema inmune?

Como ya comentamos en el último post, el envejecimiento se asocia a una disminución de las capacidades del sistema inmunitario y éste conlleva a un estado de inflamación; el famoso concepto llamado Inflammaging.  

Bien, enlazando el sistema inmune con la salud, hoy os hablaremos acerca de cómo el ejercicio físico tiene la capacidad de modular el funcionamiento del sistema inmunológico; pudiéndolo hacer de dos formas totalmente distintas en función de la duración y la intensidad que ponemos en la práctica deportiva, así como el descanso entre las sesiones.

Tanto la duración, la intensidad como el descanso son variables clave para generar cambios fisiológicos en nuestro organismo.  En este punto es importante mencionar que nos encontramos ante dos situaciones principales: 

  • Ejercicio de alta intensidad o larga duración 

Este tipo de actividad física provoca la supresión de la inmunidad debido a un aumento del cortisol, PCR (Proteína C Reactiva), menor expresión de los receptores Toll-like y reducción de las IgAs secretores, entre otros.  

Por todo esto, es habitual que los deportistas de élite sean más susceptibles a las infecciones en comparación con los aficionados o amateurs.  

  • Ejercicio de baja-moderada intensidad: 

Este tipo de actividad física genera una situación contraria a la anterior en todos los sentidos e, incluso, es beneficiosa para promover la resiliencia y apoyar el funcionamiento del sistema inmunológico.  

Es recomendable durante el envejecimiento (las personas de la 3ª edad tienen menos linfocitos B y T) y en personas con enfermedades autoinmunes o inflamación a nivel intestinal.   

Ejercicio regular y moderado como herramienta antiinflamatoria 

Según este artículo “Exercise and the aging immune system” [1] el ejercicio regular se ha asociado a menor número de células senescentes, mayor capacidad proliferativa de las células T, menores niveles de citoquinas inflamatorias («inflamaging «), una mayor actividad citotóxica de las células NK y una mayor longitud de los telómeros de los leucocitos en los humanos que envejecen, entre muchos otros. Todo indica que el ejercicio habitual es capaz de regular el sistema inmunitario y retrasar la aparición de la inmunosenescencia.  

Según este otro artículo escrito por Wang, J., Liu, S., Li, G., & Xiao, J. [2], el ejercicio regular podría reducir el riesgo de enfermedades crónicas metabólicas y cardiorrespiratorias, en parte por los efectos antiinflamatorios del ejercicio. 

El ejercicio puede desencadenar una respuesta antiinflamatoria mediante la liberación de opioides y péptidos que modulan la inflamación en el cerebro vascular; además, mejora la integridad de la barrera hematoencefálica. Así, el ejercicio bajo o moderado también puede ser una poderosa herramienta para reducir la neuroinflamación, ya que activa la expresión de los macrófagos tipo M2 (antiinflamatorios).

Dosis óptima y personalización 

Como bien hemos comentado al principio, el ejercicio también puede favorecer la inflamación si se practica de forma inadecuada y por encima de las posibilidades de cada persona. El problema es que la dosis óptima de ejercicio es individual, y la línea es muy fina entre obtener un efecto positivo -antiinflamatorio- o negativo -proinflamatorio-.  

Así, es probable que dos personas con síntomas parecidos sigan el mismo protocolo de alta intensidad y, mientras uno se sentirá genial el resto del día, el otro podría empeorar. Hay que encontrar, por tanto, un equilibrio entre la intensidad y la duración para que la actividad física sea neuro protectora y ejerza beneficios sobre la salud.  

Por último, destacar la importancia de que cualquier deportista de élite o persona que realice una actividad física de alta intensidad o larga duración, lleven un buen estilo de vida y una buena pauta alimentaria para poder contrarrestar los efectos “perjudiciales” de este tipo de ejercicios.  

Seas deportista de élite o amateur, en Exheus podemos ayudarte a valorar cómo tu organismo responde frente a la actividad física y, en caso necesario, ofrecerte herramientas de valor para contrarrestar los posibles efectos perjudiciales generados. 

Para más información haz clic a este enlace.  

[1] Simpson, R. J., Lowder, T. W., Spielmann, G., Bigley, A. B., LaVoy, E. C., & Kunz, H. (2012). Exercise and the aging immune system. Ageing research reviews, 11(3), 404–420.  

[2] Wang, J., Liu, S., Li, G., & Xiao, J. (2020). Exercise Regulates the Immune System. Advances in experimental medicine and biology, 1228, 395–408.  

[3] Simpson, R. J., Kunz, H., Agha, N., & Graff, R. (2015). Exercise and the Regulation of Immune Functions. Progress in molecular biology and translational science, 135, 355–380.  

[4] Gleeson, M., Bishop, N. C., Stensel, D. J., Lindley, M. R., Mastana, S. S., & Nimmo, M. A. (2011). The anti-inflammatory effects of exercise: mechanisms and implications for the prevention and treatment of disease. Nature reviews. Immunology, 11(9), 607–615.  

[5] Brolinson, P. G., & Elliott, D. (2007). Exercise and the immune system. Clinics in sports medicine, 26(3), 311–319.  

[6] Warburton, D. E., Nicol, C. W., & Bredin, S. S. (2006). Health benefits of physical activity: the evidence. CMAJ : Canadian Medical Association journal = journal de l’Association medicale canadienne, 174(6), 801–809.  

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Inflammaging: ¿Por qué me inflamo cuando me hago mayor? 

El envejecimiento es un proceso en el que intervienen numerosos mecanismos moleculares y celulares dentro de distintos sistemas metabólicos y orgánicos.  

Un aspecto clave del envejecimiento es el conjunto de alteraciones, tanto funcionales como estructurales, del sistema inmunitario, las cuales pueden manifestarse como un aumento de la incidencia de enfermedades, mayor prevalencia de autoinmunidad, inflamación de bajo grado, menor capacidad para combatir infecciones de cualquier tipo y respuesta disminuida a la vacunación, entre muchas otras.  

Además, el propio sistema inmunitario también se ve influido por los cambios asociados a la edad que se producen en el sistema endocrino, el nervioso, el digestivo, el cardiovascular y el musculoesquelético, como se describe en este paper científico escrito por Müller, L., Di Benedetto, S., & Pawelec, G [1]. 

En particular, el estrés oxidativo crónico afecta a las células de estos sistemas, lo que modifica la interacción y comunicación entre ellas. Esto influye en su funcionalidad, en la homeostasis (equilibrio celular) y, por tanto, puede afectar a la longevidad.  

¿Qué relación tiene el sistema inmune con la inflamación? 

Múltiples procesos interrelacionados contribuyen al envejecimiento, aunque de alguna manera, todos ellos están implicados en la inflamación. En este punto, mantener un equilibrio inflamatorio y antiinflamatorio bien regulado parece ser clave para mantener la longevidad funcional necesaria para un envejecimiento adecuado. Si este equilibrio se altera, es probable que prevalezcan las enfermedades. Por ejemplo, se sabe que el estrés crónico, incluido el psicológico, el físico y el social, afecta negativamente a las funciones neuroendocrinas e inmunitarias, pudiendo contribuir al progreso de las enfermedades asociadas al envejecimiento y a la mortalidad. 

Sabemos que el envejecimiento se caracteriza por la acumulación de células senescentes y que éstas secretan moléculas inflamatorias (citocinas, quimiocinas y otros mediadores inflamatorios), siendo parte de la contribución hacia un estado de inflamación de bajo grado o comúnmente conocido como inflammaging

¿Cómo podemos promover un estado antiinflamatorio del organismo? 

Con el objetivo de poder envejecer de manera óptima se requiere de especial atención llevar a cabo unos hábitos saludables, tanto en el estilo de vida como en la alimentación. 

  • Evitar la cronificación del estrés.
  • Movernos diariamente y mantener una vida activa. Según diversos estudios, la Vitamina D ha demostrado tener múltiples efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular, salud ósea y la regulación del sistema inmune. [1]  
    Realiza ejercicio al aire libre para obtener vitamina D y haz ejercicios de fuerza para mantener una buena salud muscular y metabolismo mitocondrial.
  • Promover el ayuno intermitente: apoya la regeneración de tejidos y células, el reposo digestivo, activación del sistema migratorio motor, aumenta la oxidación de ácidos grasos, aumenta la flexibilidad metabólica, ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina, aporta claridad mental y reduce la inflamación periférica. 
  • Consumir abundante grasas saludables a través de alimentos como el pescado azul pequeño, el aguacate, el aceite de oliva virgen extra (AOVE), los frutos secos, etc., para favorecer un equilibrio inmunitario y apoyar una respuesta inmunitaria antiinflamatoria.  
  • Espaciar comidas y evitar picotear a todas horas. Esto hará que el sistema digestivo no esté constantemente inflamado y haya un buen biorritmo de comida. Además, apoya a la autofagia y promueve la expresión de NADH. 
  • Evitar todo tipo de productos procesados, refinados y harinas, ya que todos ellos promueven un estado proinflamatorio del organismo y aceleran el proceso de envejecimiento. 
  • Reducir los picos de insulina y azúcar en sangre, ya que se ha visto que están íntimamente relacionados con el envejecimiento prematuro.  
  • Descanso de calidad para favorecer el buen estado de todos los sistemas del organismo, incluido el sistema inmune. El sueño puede modificar la función del sistema inmune induciendo cambios en el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal y el sistema nervioso simpático. 

[1] Müller, L., Di Benedetto, S., & Pawelec, G. (2019). The Immune System and Its Dysregulation with Aging. Sub-cellular biochemistry, 91, 21–43. https://doi.org/10.1007/978-981-13-3681-2_2 

[2] Sadighi Akha A. A. (2018). Aging and the immune system: An overview. Journal of immunological methods, 463, 21–26. https://doi.org/10.1016/j.jim.2018.08.005 

[3] Alonso-Fernández, P., & De la Fuente, M. (2011). Role of the immune system in aging and longevity. Current aging science, 4(2), 78–100. https://doi.org/10.2174/1874609811104020078  

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5 señales que debo tener en cuenta para saber si mi estado inmune funciona correctamente

Es probable que durante la época de otoño-invierno nos resfriemos, tengamos anginas, dolor de cuello y con todo ello, nuestro sistema inmune esté un poco más débil. Según cómo tengamos nuestras defensas, será más o menos difícil superar estas situaciones y, aunque sí sea lo más coherente, el hecho de recuperarse rápido de un resfriado no implica que tu sistema inmune esté en buenas condiciones. 

¿Sabías que hay más señales para saber si tu sistema inmunológico funciona de forma óptima

A lo largo de todo el año y no solamente en épocas frías, el cuerpo nos va mandando señales. Muchas de ellas las hemos normalizado a día de hoy e, incluso, pensamos que son normales debido al estilo de vida que llevamos la mayoría.
Si fuéramos más conscientes de ellas, podríamos actuar de forma preventiva y no llegar a enfermar tan frecuentemente o, al menos, recuperarnos de forma rápida y efectiva.  

A continuación, haremos mención a 5 señales que deberías tener en cuenta si quieres poner fin a un sistema inmune debilitado

  • Estar estresado diariamente: Es posible que hayas notado que después de un proyecto importante o de una experiencia emocional fuerte, algunas veces te enfermas. Esto ocurre porque el cuerpo secreta cortisol (la hormona del estrés) y frena al sistema inmune para poder hacer frente de forma exitosa a una situación concreta. El estrés puntual no será un problema, pero el estrés continuo va a tener un efecto totalmente distinto. El estrés crónico enferma, ya que debilita de forma continuada al sistema inmunitario, tanto innato como adquirido, disminuyendo la respuesta inmune en su conjunto; hecho que predispone a no resolver de forma eficaz una inflamación de bajo grado, un resfriado o una lesión.  
  • Infecciones frecuentes: Sufrir constantes infecciones puede ser una señal de tener un sistema inmune debilitado. Al no poder hacer frente como debería a los agentes patógenos que hay en el cuerpo, el sistema inmunitario no puede responder de forma adecuada y no nos puede defender frente a una situación de emergencia. Por ello, podemos sufrir infecciones regularmente o no acabar de solucionarlas e ir cronificando la situación. Si no resolvemos el problema de raíz y recurrimos a tratamientos alopáticos, aún acentuaremos más el círculo vicioso de no encontrarnos bien. 
  • Cansancio y fatiga: Si sientes cansancio constantemente, por mucho que duermas las horas necesarias, puede ser una señal de que tu sistema inmune está debilitado. Una de las razones por las que esto sucede es que el cuerpo centra las energías en poder resolver algún tipo de problema, inflamación, patógeno o lesión persistente y no permite destinar la energía suficiente para las tareas del día a día.  
  • Pérdida de cabello: la lucha constante del sistema inmune contra infecciones o, directamente, un sistema inmune debilitado, puede conllevar a la pérdida de cabello como consecuencia de una falta de minerales y vitaminas, déficit en la fabricación de glóbulos blancos, coenzimas y cofactores claves para una adecuada función inmunológica. El cabello, así como las uñas y la piel son un reflejo del estado de salud de nuestro cuerpo y debemos prestar atención.  
  • Alteraciones en el peso: Si tu peso no es adecuado (si tienes sobrepeso, obesidad o bajo peso) es posible que tu sistema inmune se vea afectado. Si tienes sobrepeso, un aumento en las células adiposas puede incrementar las células inmunes que secretan ciertos químicos, como las citocinas proinflamatorias, lo que produce una inflamación crónica y afectar la habilidad del cuerpo para absorber nutrientes esenciales. En la otra situación contraria, si tienes bajo peso con deficiencia nutricional y de micronutrientes (como zinc, hierro, magnesio, etc.), seguramente el sistema inmune estará más débil y notarás más cansancio, músculos y huesos frágiles. Ninguno de los extremos será bueno para el buen funcionamiento del sistema inmune. 

Para saber más sobre el sistema inmune puedes revisar nuestro blog “Qué conocemos acerca del sistema inmune” y estar atent@ a los siguientes.  

Andersen, C. J., Murphy, K. E., & Fernandez, M. L. (2016). Impact of Obesity and Metabolic Syndrome on Immunity. Advances in nutrition (Bethesda, Md.), 7(1), 66–75.  

Morey, J. N., Boggero, I. A., Scott, A. B., & Segerstrom, S. C. (2015). Current Directions in Stress and Human Immune Function. Current opinion in psychology, 5, 13–17.  

Natelson, B. H., Haghighi, M. H., & Ponzio, N. M. (2002). Evidence for the presence of immune dysfunction in chronic fatigue syndrome. Clinical and diagnostic laboratory immunology, 9(4), 747–752.  

Gombart, A. F., Pierre, A., & Maggini, S. (2020). A Review of Micronutrients and the Immune System-Working in Harmony to Reduce the Risk of Infection. Nutrients, 12(1), 236.  

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¿Qué conocemos acerca del sistema inmune?

Con la llegada del invierno habrá también menos horas de sol, más viento y especialmente más frío. Todos estos factores nos permiten crear el caldo de cultivo perfecto para la aparición de resfriados, dolor de garganta, dolores articulares y, en general, situaciones que pueden poner en evidencia el funcionamiento de nuestro sistema inmune, lo que en los últimos años y, especialmente, tras la pandemia, ha despertado un gran interés por saber acerca de la inmunología y los factores que la rodean.

Este interés se ha traducido en la introducción de un gran número de pruebas analíticas para conocer acerca del sistema inmune y poder elaborar un diagnóstico. Sin ir más lejos, estamos muy familiarizados con los test PCR o los test de antígenos para detectar la COVID. El principal problema que tienen todas estas pruebas es que se centran en un aspecto muy concreto de la inmunología, bien sea la detección de infecciones, mecanismos de defensa o la detección y cuantificación de células implicadas en el sistema y la respuesta inmune, como los linfocitos.

Todos ellos dan información precisa y de valor para un aspecto concreto del sistema inmune, pero para obtener una foto del estado global y funcionamiento de todo el conjunto deberíamos realizarlos todos en un período breve de tiempo; lo que no solo resulta difícil a nivel logístico y especialmente económico, sino que dado que en el mercado no disponemos todavía de test que analicen absolutamente todos los factores que intervienen en un sistema tan complejo, nos resultará imposible conocerlo en su totalidad.

Esto era, al menos, hasta este momento.

Uno de los principales puntos que analizamos en Exheus es precisamente el sistema inmune, proporcionando información acerca de la práctica totalidad de los factores que contribuyen a su funcionamiento de forma holística y global. Valoramos parámetros que nos permiten detectar posibles alteraciones en el metabolismo, por ejemplo, de los linfocitos de los que hablábamos antes, receptores relacionados con infecciones víricas, parasitarias o bacterianas; procesos de señalización o proliferación de células como los Natural Killers, las plaquetas o los promotores hematopoyéticos, así como la secreción moléculas y hormonas estrechamente relacionadas la función inmune.

Como comentamos en el blog anterior Y… ¿Por qué Exheus?, hemos logrado crear un formato que nos permite desglosar grandes volúmenes de información en categorías separadas para facilitar la interpretación de los resultados de una forma clara e intuitiva, sin perder el criterio y la rigurosidad científica. De esta forma conseguimos generar el informe más completo del mercado con relación al sistema inmune, en una sola prueba analítica en la que, además de valorar su estado actual, se incluyen recomendaciones de estilo de vida, alimentación y suplementación para otros sistemas del organismo. 

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Las bacterias de nuestro sistema digestivo pesan una media de 2 kilos y superan en número a nuestras propias células. Si sabemos que el genoma de estas bacterias es mayor que el nuestro inherente, será lógico pensar que la salud de

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Cómo evitar el estreñimiento

Los problemas intestinales suelen generar muchas preocupaciones ya que muchas veces es difícil tratar la causa subyacente; entre ellos se encuentra el estreñimiento, sobre todo en mujeres. 

Se puede considerar estreñimiento una reducción del número de evacuaciones menores de lo habitual; puede ser agudo -estreñimiento puntual de unos días hasta una semana- o crónico -se alarga en el tiempo-.  

Aunque la característica principal de este desequilibrio sea la dificultad para defecar y eso pueda conllevar dolores y molestias, hay más problemas asociados que no son tan visibles ni conocidos y, sin embargo, seguramente necesitan de más atención para ser tratados.  

Es frecuente que haya una disbiosis asociada –desequilibrio en la flora intestinal- , así como también una falta de serotonina, ya que en el intestino es donde se encuentra la mayor producción de este neurotransmisor. Por tanto, si no hay un buen equilibrio en nuestra microbiota y el intestino está afectado, no habrá suficiente producción de serotonina y probablemente también nos sentiremos más depresivos, cansados, apáticos y con falta de ánimo.

¿Qué causa el estreñimiento?

Hay miles de factores implicados que podrían acabar provocando cuadros de estreñimiento y, aunque es complicado averiguar la verdadera causa, las más habituales suelen ser: 

  • Falta de ejercicio físico  
  • Ciertos fármacos como las píldoras anticonceptivas, analgésicos o antihistamínicos. También el uso de suplementos de hierro puede favorecer el estreñimiento.  
  • Uso de laxantes prolongado que acaba dando un efecto rebote. El cuerpo se acostumbra a depender de ellos y en cuanto los dejamos de tomar, nuestro cuerpo no sabe adaptarse al cambio después de tanto tiempo.
  • Desequilibrio en nuestra flora intestinal por malos hábitos de vida, exceso de tóxicos, estrés crónico o infecciones.  
  • Desequilibrios hormonales que pueden o no estar asociados a un componente genético.
  • Dieta restrictiva con pérdida de peso severa o deficitaria en alimentos frescos, fibra y agua.  
  • Algunas enfermedades autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto que predispone al cuerpo a una disminución del metabolismo en general y, consecuentemente, a una disminución del ritmo deposicional.

¿Cómo evitar el estreñimiento?

  • Cambiar el estilo de alimentación: uno de los principales consejos para prevenir el estreñimiento siempre va a ser la ingesta de alimentos ricos en fibra, tanto soluble como insoluble, y en cantidades adecuadas dependiendo de la tolerancia de cada persona. Potenciar las grasas saludables como el aguacate o el salmón, imprescindibles para mejorar la mucosa intestinal y ayudar a la vesícula biliar a que funcione correctamente. Las verduras y frutas de todo tipo y colores deberán estar presentes también. Disminuir consumo de grasas saturadas, carne roja y productos procesados.  
  • Incluir fibra en la dieta: la función principal de la fibra es eliminar las toxinas y restos de comida a través de los intestinos. Hay dos tipos de fibra: la fibra soluble y la fibra insoluble.
    • La fibra soluble es la que nuestros intestinos pueden aprovechar y absorber, su principal función es la de aumentar el volumen de las heces absorbiendo agua, regular los niveles de azúcar en sangre y los niveles de colesterol. Se fermenta mayoritariamente en el colon gracias a la flora intestinal que reside en él. La podemos encontrar en el salvado de avena, cebada, nueces, semillas, psyllium, lentejas y en algunas frutas y verduras como el brócoli, naranja, manzana y espárragos. 
    • La fibra insoluble aporta volumen a las heces y parece ayudar a que los alimentos pasen más rápidamente a través del estómago y los intestinos. Este tipo de fibra no puede ser fermentada en el colon. Se encuentra en el salvado de trigo, verduras y granos integrales 
  • Eliminar alimentos refinados como el azúcar, aceites de mala calidad (girasol y palma), gluten y edulcorantes. 
  • Hidratarse correctamente: será muy importante que nuestro cuerpo esté debidamente hidratado para que los intestinos puedan estar bien lubricados. Se puede incluir también en forma de infusiones o caldos de verdura y pollo. Si os cuesta tomar agua podéis añadir una rodajita de limón o algún tipo de fruta que os guste. Asegurar la toma de 8 vasos de agua mínimo a lo largo del día.  
  • Empezar el día con un buen vaso de agua, juntamente con el zumo de medio limón y 1 cucharada de aceite de oliva. Este pequeño consejo va a ayudar a que haya una buena lubrificación del intestino y mejorar el estreñimiento.
  • Tomar alimentos prebióticos para alimentar a nuestras bacterias del intestino y que éstas sean más variadas; a más variedad de la flora, mejor salud intestinal. Dentro de estos alimentos encontramos un tipo de almidón -llamado almidón resistente- que se encuentra en el plátano verde y en la patata si la comemos al día siguiente después de haberla cocido y enfriado.  
  • Asegurar una buena salud de la mucosa intestinal para que podamos absorber de forma óptima todos los nutrientes y evitar que entren tóxicos en nuestro organismo, así conseguiremos un correcto equilibro de nuestra flora intestinal. Alimentos ricos en vitamina A como la calabaza, moniato y zanahorias, el agua de mar o alimentos ricos en glutamina como los huevos, el salmón y el pollo –esencial para tratar un intestino permeable y dañado-.  
  • Hacer ejercicio físico: el ejercicio tiene un papel esencial para aumentar los movimientos peristálticos y facilitar el tránsito intestinal.  
  • Incluir infusiones digestivas y que ayuden al buen tránsito intestinal: potenciar la toma de boldo, hinojo, manzanilla, anís estrellado, cilantro, semillas de lino, ortiga y, en casos puntuales, añadir una pequeña cantidad de hojas de sen.  
  • Uso de especias en las comidas que ayuden al peristaltismo intestinal: Garam Masala, curri, cúrcuma o jengibre. 
  • Remojar semillas de lino con agua y dejar reposar durante toda la noche; tomar la mañana siguiente en ayunas. Este mucílago que se ha formado nos ayudará a lubricar los intestinos y a evitar el estreñimiento. 

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¿Cuál es la función de las vitaminas en el ejercicio físico?

Las vitaminas y los minerales participan en múltiples procesos bioquímicos y tienen un papel determinante en nuestra salud. Ahora bien, los niveles de algunos oligoelementos aumentan aún más en personas deportistas.

Por ello, durante la práctica de ejercicio físico la dieta no solo es importante a nivel de macronutrientes como los carbohidratos, lípidos o proteínas, sino también a nivel de micronutrientes. Esto es debido al papel tan importante que tienen las vitaminas tanto en el metabolismo energético, como en la reparación y mantenimiento de tejidos, así como en la producción de glóbulos rojos. 

Es por eso que recomendamos seguir un buen plan nutricional para poder llegar a los niveles óptimos de todos los micronutrientes y no tener ningún déficit.

Es importante mantener una adecuada ingesta de alimentos ricos en vitaminas como la Tiamina (B1) -salmón y arroz integral-, Riboflavina (B2) – espinacas y almendras-, Niacina (B3) – lentejas, plátanos y nueces-, Piridoxina (B6) -guisantes, vegetales de hoja verde, atún-, Ácido pantoténico (B5) -setas, aguacate y pechuga de pollo- y Biotina (B7 o vitamina H) -huevos, almendras y boniato-, ya que participan en la generación de energía durante la actividad física.  

Ahora bien, tampoco se deben descuidar la ingesta de la vitamina B12 -carne, pescado y huevos- y vitamina B9 (ácido fólico) -alubias, cacahuete y verduras de hoja verde-, implicadas de forma directa en la producción de glóbulos rojos.

Una dieta deficiente en estas vitaminas tiene numerosas consecuencias para la salud de los deportistas, ya que algunos estudios indican que los bajos niveles de vitamina B1 están relacionados con fatiga y debilidad muscular, además de falta de concentración [1, 2, 3, 4].
Los niveles subóptimos de B2 aumentan el riesgo de daño en los tejidos y lesiones en la piel dada su directa implicación en el metabolismo de proteínas [4, 5, 6]. Además, la deficiencia de B12 y B9 presentan un deterioro del rendimiento deportivo al estar directamente implicadas en la anemia [7, 8, 9, 10, 11]. 

En cuanto a las vitaminas antioxidantes como la A (la encontramos en los tomates, zanahoria y coles)-, vitamina C (perejil, pimiento y crucíferas) y vitamina E (aguacate, almendras, aceite de oliva), juegan un papel clave en la protección frente al estrés oxidativo y promueven la disminución de radicales libres, por lo que, para evitar la oxidación inducida por la actividad física de alta intensidad o el estrés durante los periodos de competición, su ingesta debe estar muy presente y de forma óptima.

Otro punto favorable de las vitaminas antioxidantes es que contribuyen a la recuperación de procesos inflamatorios en situación de lesión, además aumentar el sistema inmune, mejorando así el rendimiento deportivo.

Por último, la vitamina D, además de su implicación en múltiples funciones en el metabolismo, es fundamental para mantener una salud ósea óptima, evitar la pérdida mineral ósea y reducir el riesgo de osteoporosis en el futuro.

  1. Huang, W. C., Huang, H. Y., Hsu, Y. J., Su, W. H., Shen, S. Y., Lee, M. C., … & Huang, C. C. (2018). The effects of thiamine tetrahydrofurfuryl disulfide on physiological adaption and exercise performance improvement. Nutrients, 10(7), 851. 
  1. Jeoung, B., & Kim, J. (2021). Analysis and evaluation of nutritional intake and nutrition quotient of Korean athletes with disabilities in the Tokyo paralympic games. Nutrients, 13(10), 3631. 
  1. Sonkeng, A. N., Djouhou, M. C., Foudjo, B. U., Mafogang, B., & Fokou, E. (2021). Nutritional Considerations And Dietary Supplement Use For The Performance Of Professional Footballers: A Review. Journal of Athletic Performance and Nutrition, 8(1), 1-14. 
  1. Manore, M. M. (2000). Effect of physical activity on thiamine, riboflavin, and vitamin B-6 requirements. The American journal of clinical nutrition, 72(2), 598S-606S. 
  1. Suwannasom, N., Kao, I., Pruß, A., Georgieva, R., & Bäumler, H. (2020). Riboflavin: The health benefits of a forgotten natural vitamin. International Journal of Molecular Sciences, 21(3), 950. 
  1. Bartollino, S., Palazzo, M., Semeraro, F., Parolini, B., Caruso, C., Merolla, F., … & Costagliola, C. (2020). Effects of an antioxidant protective topical formulation on retinal tissue of UV-exposed rabbits. International Ophthalmology, 40(4), 925-933. 
  1. Green, R., & Mitra, A. D. (2017). Megaloblastic anemias: nutritional and other causes. Medical Clinics, 101(2), 297-317. 
  1. Socha, D. S., DeSouza, S. I., Flagg, A., Sekeres, M., & Rogers, H. J. (2020). Severe megaloblastic anemia: Vitamin deficiency and other causes. Cleveland clinic journal of medicine, 87(3), 153-164. 
  1. Russ, B. S. (2022). Anemia: Considerations for the Athletic Population. Strength & Conditioning Journal, 10-1519. 
  1. Eichner, E. R. (2021). Athletes, anemia, and iron redux. Current Sports Medicine Reports, 20(7), 335-336. 
  1. Damian, M. T., Vulturar, R., Login, C. C., Damian, L., Chis, A., & Bojan, A. (2021). Anemia in sports: a narrative review. Life, 11(9), 987. 

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