En este punto, ya todos sabemos que una dieta sana y equilibrada es esencial para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, incluido el sistema inmunitario. Además, es bien conocido que algunos componentes dietéticos tienen propiedades inmunorreguladoras, entre ellos micronutrientes como la vitamina D o macronutrientes como los ácidos grasos, con especial atención el EPA y el DHA [1].


¿Has escuchado alguna vez hablar acerca de la importancia del omega 3?
Si es así, seguramente tengas en mente su función como protector cardiovascular o regulador de los niveles de colesterol, aunque en este post os vamos a explicar por qué el omega 3 también es esencial para el buen funcionamiento del sistema inmune y la regulación de la inflamación.
Esta familia de ácidos grasos poliinsaturados tiene un papel clave sobre la activación de células tanto del sistema inmunitario innato como del adaptativo.
En primer lugar, los ácidos grasos omega-3 pueden regular las propiedades de la membrana de las células, como la fluidez, ya que forman parte de su estructura.
Ahora bien, en los últimos años ha surgido una nueva función de los ácidos grasos omega-3 y sus derivados como potentes moléculas señalizadoras.
Hay células del sistema inmune muy importantes, como los macrófagos, los cuales tienen receptores -llamados receptores PPAR– los cuales responden a las grasas omega-3, especialmente EPA y DHA. Así, por ejemplo, estos ácidos grasos van a influir directamente en el tipo de respuesta llevada a cabo por estos macrófagos (grandes moduladores de la inflamación). También inciden en la modulación de los linfocitos T, células dendríticas o en el tejido epitelial y endotelial, frenando o modulando la respuesta inflamatoria.
Omega 3, inflamación y sistema inmune
Aunque la inflamación es una parte clave de la respuesta inmunitaria, la inflamación crónica y continua puede afectar negativamente a la salud. En el organismo, la inflamación se produce en dos fases: inicio y resolución. La resolución es importante para ayudar a prevenir nuevas infecciones y en este fase es justamente donde intervienen los omega 3. Investigaciones recientes demuestran que el EPA y el DHA producen mediadores pro-resolución especializados (SPM), tales como las resolvinas.


Las pruebas que apoyan las propiedades antiinflamatorias de los ácidos grasos omega-3 sobre los macrófagos, principalmente la disminución de la secreción de algunas interleucinas como IL-1β, TNF-α e IL-6, sugieren que los ácidos grasos omega-3 disminuyen la polarización M1 (perfil proinflamatorio) y promueven la polarización M2 (perfil antiinflamatorio). [2,3].
Algunos estudios publicados, tales como “Nutritional Modulation of Immune Function: Analysis of Evidence, Mechanisms, and Clinical Relevance” [4] y “Post-stroke DHA Treatment Protects Against Acute Ischemic Brain Injury by Skewing Macrophage Polarity Toward the M2 Phenotype” [5] revelan como el omega 3 se emplea con éxito para reducir las lesiones cerebrales tras un ictus y aliviar la dermatitis atópica, respectivamente.
¿Dónde puedo encontrar omega 3 en los alimentos?
El ácido α-linolénico (ALA) también es un tipo de omega 3, y lo podemos encontrar en frutos secos y semillas. Sin embargo, el EPA y el DHA son exclusivos de fuentes animales, especialmente del pescado, lo que supone un punto de inflexión para las personas vegetarianas o veganas.
El EPA y el DHA también pueden sintetizarse a partir del ALA [6], aunque la síntesis de EPA a partir de ALA se produce a una tasa muy baja en mamíferos, y la síntesis de DHA no resulta posible.
De aquí que puedan surgir conceptos erróneos acerca de cómo los vegetarianos estrictos pueden obtener omega 3 a partir de las semillas de lino, por ejemplo. Si bien se podría llegar a hacer la conversión a EPA, la conversión a DHA no sería posible.
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Bibliografía
[1]. Wu D., Lewis E.D., Pae M., Meydani S.N. Nutritional Modulation of Immune Function: Analysis of Evidence, Mechanisms, and Clinical Relevance. Front. Immunol. 2018;9:3160.
[2]. Chang H.Y., Lee H.N., Kim W., Surh Y.J. Docosahexaenoic acid induces M2 macrophage polarization through peroxisome proliferator-activated receptor gamma activation. Life Sci. 2015;120:39–47.
[3]. Yan Y., Jiang W., Spinetti T., Tardivel A., Castillo R., Bourquin C., Guarda G., Tian Z., Tschopp J., Zhou R. Omega-3 fatty acids prevent inflammation and metabolic disorder through inhibition of NLRP3 inflammasome activation. Immunity. 2013;38:1154–1163.
[4]. Cai W., Liu S.X., Hu M.Y., Sun X.B., Qiu W., Zheng X.M., Hu X.M., Lu Z.Q. Post-stroke DHA Treatment Protects Against Acute Ischemic Brain Injury by Skewing Macrophage Polarity Toward the M2 Phenotype. Transl. Stroke Res. 2018;9:669–680.
[5]. Haitz K.A., Anandasabapathy N. Docosahexaenoic Acid alleviates atopic dermatitis in mice by generating T regulatory cells and m2 macrophages. J. Invest. Dermatol. 2015;135:1472–1474.
[6]. Calder P.C. Docosahexaenoic Acid. Ann. Nutr. Metab. 2016;69:7–21.
[7]. Serhan, C. Pro-resolving lipid mediators are leads for resolution physiology. Nature 510, 92–101 (2014).
[8]. Gutiérrez, S., Svahn, S. L., & Johansson, M. E. (2019). Effects of Omega-3 Fatty Acids on Immune Cells. International journal of molecular sciences, 20(20), 5028.
[9]. Calder P. C. (2007). Immunomodulation by omega-3 fatty acids. Prostaglandins, leukotrienes, and essential fatty acids, 77(5-6), 327–335.