

El envejecimiento es un proceso en el que intervienen numerosos mecanismos moleculares y celulares dentro de distintos sistemas metabólicos y orgánicos.
Un aspecto clave del envejecimiento es el conjunto de alteraciones, tanto funcionales como estructurales, del sistema inmunitario, las cuales pueden manifestarse como un aumento de la incidencia de enfermedades, mayor prevalencia de autoinmunidad, inflamación de bajo grado, menor capacidad para combatir infecciones de cualquier tipo y respuesta disminuida a la vacunación, entre muchas otras.
Además, el propio sistema inmunitario también se ve influido por los cambios asociados a la edad que se producen en el sistema endocrino, el nervioso, el digestivo, el cardiovascular y el musculoesquelético, como se describe en este paper científico escrito por Müller, L., Di Benedetto, S., & Pawelec, G [1].
En particular, el estrés oxidativo crónico afecta a las células de estos sistemas, lo que modifica la interacción y comunicación entre ellas. Esto influye en su funcionalidad, en la homeostasis (equilibrio celular) y, por tanto, puede afectar a la longevidad.
¿Qué relación tiene el sistema inmune con la inflamación?
Múltiples procesos interrelacionados contribuyen al envejecimiento, aunque de alguna manera, todos ellos están implicados en la inflamación. En este punto, mantener un equilibrio inflamatorio y antiinflamatorio bien regulado parece ser clave para mantener la longevidad funcional necesaria para un envejecimiento adecuado. Si este equilibrio se altera, es probable que prevalezcan las enfermedades. Por ejemplo, se sabe que el estrés crónico, incluido el psicológico, el físico y el social, afecta negativamente a las funciones neuroendocrinas e inmunitarias, pudiendo contribuir al progreso de las enfermedades asociadas al envejecimiento y a la mortalidad.


Sabemos que el envejecimiento se caracteriza por la acumulación de células senescentes y que éstas secretan moléculas inflamatorias (citocinas, quimiocinas y otros mediadores inflamatorios), siendo parte de la contribución hacia un estado de inflamación de bajo grado o comúnmente conocido como inflammaging.
¿Cómo podemos promover un estado antiinflamatorio del organismo?
Con el objetivo de poder envejecer de manera óptima se requiere de especial atención llevar a cabo unos hábitos saludables, tanto en el estilo de vida como en la alimentación.
- Evitar la cronificación del estrés.
- Movernos diariamente y mantener una vida activa. Según diversos estudios, la Vitamina D ha demostrado tener múltiples efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular, salud ósea y la regulación del sistema inmune. [1]
Realiza ejercicio al aire libre para obtener vitamina D y haz ejercicios de fuerza para mantener una buena salud muscular y metabolismo mitocondrial.
- Promover el ayuno intermitente: apoya la regeneración de tejidos y células, el reposo digestivo, activación del sistema migratorio motor, aumenta la oxidación de ácidos grasos, aumenta la flexibilidad metabólica, ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina, aporta claridad mental y reduce la inflamación periférica.
- Consumir abundante grasas saludables a través de alimentos como el pescado azul pequeño, el aguacate, el aceite de oliva virgen extra (AOVE), los frutos secos, etc., para favorecer un equilibrio inmunitario y apoyar una respuesta inmunitaria antiinflamatoria.
- Espaciar comidas y evitar picotear a todas horas. Esto hará que el sistema digestivo no esté constantemente inflamado y haya un buen biorritmo de comida. Además, apoya a la autofagia y promueve la expresión de NADH.
- Evitar todo tipo de productos procesados, refinados y harinas, ya que todos ellos promueven un estado proinflamatorio del organismo y aceleran el proceso de envejecimiento.
- Reducir los picos de insulina y azúcar en sangre, ya que se ha visto que están íntimamente relacionados con el envejecimiento prematuro.
- Descanso de calidad para favorecer el buen estado de todos los sistemas del organismo, incluido el sistema inmune. El sueño puede modificar la función del sistema inmune induciendo cambios en el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal y el sistema nervioso simpático.


[1] Müller, L., Di Benedetto, S., & Pawelec, G. (2019). The Immune System and Its Dysregulation with Aging. Sub-cellular biochemistry, 91, 21–43. https://doi.org/10.1007/978-981-13-3681-2_2
[2] Sadighi Akha A. A. (2018). Aging and the immune system: An overview. Journal of immunological methods, 463, 21–26. https://doi.org/10.1016/j.jim.2018.08.005
[3] Alonso-Fernández, P., & De la Fuente, M. (2011). Role of the immune system in aging and longevity. Current aging science, 4(2), 78–100. https://doi.org/10.2174/1874609811104020078